martes, 4 de agosto de 2020

De pendencias, dependencias e independencias

No es obligatorio aceptar a beneficio de inventario toda la herencia de tus ancestros.” Leído en algún lugar, no en la ignominiosa prensa nacional.

Represión en Chile, 1973

Sobrevive todavía en su infierno propio y rodeado de los fantasmas de opereta de ésta república bananera, un dictadorcillo con nombre rimbombante - apellido por supuesto ni heredado ni compuesto - general que aliado alguna vez con el mal llamado partido del pueblo, ese cuyos exiliados y perseguidos por tiranías como la suya propia, recalaron en cierto país ex profesamente, quizás para que después como gobernantes fueran muy agradecidos y lo beneficiaran siempre. Y tal vez desde antes, si recordamos a qué país fastidió primero la Confederación y luego cierto Tratado secreto, sí al país que inventó nuestro pisco. Ese militar impidió con suprema felonía una gran reivindicación para todos los peruanos. Además, pactó con otros gobernantes de facto de su calaña una infame operación, destinada a limpiar de opositores políticos todo el sur de América. Algunos argentinos eran secuestrados en Lima, asesinados a golpes en Bolivia y aparecían como muertos de primera plana en la Madrid de la España franquista, que también estuvo en la jugada. Un buen día, ese señor, quiso ser popular y, enternecido por el sufrimiento popular, no tuvo mejor idea que llamar a dos músicos muy populares, y vendibles, para que ejecutaran un vals increíblemente fácil de memorizar que ayudara a aliviar las penas provocadas por sus ajustes estructurales – despidos multitudinarios, congelamiento de salarios y subida de subsistencias - y también, por si acaso, para que las pobres generaciones venideras lo entonaran a la hora de espectar un fútbol nada anestésico y poco digno de verse, que promociona solo argolleros que clasifican a mundiales después de superar repechajes inventados solo para ellos. Lo que más me indigna es que hasta los más lúcidos llaman a esa canción himno nacional alternativo y solo es algo más para promocionar todos los productos de una cuestionable Marca Perú: otro vil engaño del marquetin para estafar a los incautos de siempre.

                                        Prisioneros argentinos

En la infame Guerra de las Malvinas, que enfrentó a una Argentina muy maltratada por los gorilas con una ex potencia imperialista, el hundimiento del buque insignia General Belgrano por un submarino británico, asistido por precisas coordenadas satelitales proporcionadas por los norteamericanos – un sumergible, que para más datos, no necesitó puertos chilenos para aprovisionarse de combustible porque era nuclear -, significó, a la vez que una tragedia, un necesario cambio en la estrategia de guerra naval planteada por los argentinos. Como el Huáscar, tal vez, la presencia del Belgrano significaba mantener a la formidable escuadra británica un poco alejada del teatro de guerra principal mientras se batían probablemente en el éter insignes peruanos y sus Mirages utilizando eficientemente los misiles Exocet para aterrorizar a los siempre diestros marinos de la pérfida Albión. Al final, la guerra se perdió, fue un desastre en todos los sentidos y los militares genocidas perdieron hasta el fuelle y la lavada de cara que se dieron con la toma del archipiélago. No importa ahora que después salieran engendros como los Caras Pintadas, los civiles preponderaron luego, para bien o para mal, en la patria de Manuel Belgrano. Si, ese Belgrano que tal vez leyó o escuchó los relatos de los verdaderos testigos de la Revolución Francesa, como muchos de su generación, y también como el San Martín que peleó en Bailén por la independencia española contra las tropas napoleónicas. Sí, Manuel Belgrano, ese genio militar argentino, más grande quizás que San Martín, que, emocionado por las proezas de los descamisados franceses que derrotaron a los privilegiados, hizo la siguiente afirmación: “Hay dos clases de personas en el mundo, una tiene el imperio de todas las cosas. Y la otra, la mayoritaria, que trabaja para mantener el imperio de todas las cosas a la minoría”

                                           Manuel Belgrano

Nada como la pandemia para reescribir la historia. No, no se necesita de un referéndum para elegir entre una “antigua” y una “nueva” normalidad. El mundo debe ser radicalmente distinto al que conocemos. Pero, lo que debemos tener claro es que no es optar por la antigua normalidad seguir manteniendo la escandalosa brecha entre ricos y pobres; tampoco tranquilizarte si tus autoridades solicitan tu venia para volver a imprimir dinero fresco y extra para insertarlo, lavándolo como los narcotraficantes saben hacer, en la economía, en cualquier economía, mezclándolo con las consabidas políticas de austeridad y volarlo todo, misma crisis del Lehmann Brothers; tampoco para proclamar la gran estafa de que el enriquecimiento reverberante de unos pocos chorreará al final siempre, aunque un poco deslucido y goteante, para todos los demás; ni aplaudir siquiera en las páginas de sociedad, que solo publican sus medios adictos, a los personajes milmillonarios que son milmillonarios precisamente porque siempre se aprovecharon de la ausencia de regulación para sus inversiones y finanzas, de los subsidios de siempre estatales, de la falta de reglas claras para prevenir y castigar la elusión y la evasión de impuestos y hasta la necesaria existencia de paraísos fiscales, etc. No, porque los que deben dar explicaciones y disculpas y devolver todo lo mal habido ni siquiera son conscientes de que las miserias de la atención pública en salud y educación son producto de cuarenta años de recortes neoliberales, y, por eso, en su inveterada inconsciencia hasta se atreven a despedir a sus empleados pensando que el salvataje económico reactivador era una compensación solo dirigida a sus bolsillos, evitando la suspensión perfecta; ni que se atreverían a cuestionar protocolos de seguridad para proteger a sus trabajadores, como si solo los proletarios del primer mundo -que también se tambalea por la pandemia- tuvieran derecho a protegerse en sus centros laborales. Vaya, nunca aprenden.

                                          La nueva normalidad?

“Fueron notables limeños, criollos y mestizos, todos esclavistas y muchos propietarios de haciendas repletas de indios que trabajaban jornadas de hambre, todos con avidez de negociar exportando a Inglaterra, los que decidieron proclamar la Independencia política del Perú en aquellos días de julio de 1821. El 27 en Huaura, o el 28 en Lima, qué más da. Había intelectuales y almas idealistas, sin duda, pero éstos no deciden nunca nada”. Esto nos lo dice David Roca Basadre en el único medio que no necesita publicidad ni marquetin ni auxilio del Estado. Ojalá prospere su idea de reclamar como verdadera fecha de la Independencia el día del inicio de la Rebelión de Túpac Amaru II. Más podría anotar, emulando a David Roca, mi maestro que no sabe que es mi maestro, lo siguiente: Son los notables limeños, acriollados y mestizos trepadores, todos explotadores y muchos propietarios de minas, negocios de agroexportación, predios fértiles y gigantescos solo posibles por la irrigación hecha con la inversión del Estado -muchos de ellos apristas y fujimoristas irredentos- que se repletan de peruanos que trabajan jornadas de hambre, todos con avidez de negociar exportando a China, los que decidieron proclamar la existencia de una Nueva Normalidad, muy parecida a la antigua, en la que las condiciones de opresión para la mayoría no cambiarán ni un ápice. Hay intelectuales progres que escriben en diarios presuntamente democráticos y hasta almas idealistas, sin duda, pero éstos no deciden nunca nada, ni exigieron nada desde el inservible Acuerdo Nacional ni lo harán tampoco desde el apocado y nuevo engendro llamado Pacto Perú”.

                                       Capitulación de Ayacucho

V. Sabemos que cuando Napoleón Bonaparte decidió emplearse como el primer Emperador de Francia no se trajo abajo las conquistas de la Revolución Francesa, pues como Cónsul ya había creado el Código Civil, verdadera maravilla del Derecho Positivo, y simplemente, aunque no todas, muchas de las reivindicaciones del pueblo sans culotte, se habían consolidado en éste magnífico cuerpo de leyes. Sabemos, además, de muy buena fuente, con el riesgo de que la historia todavía no se escribe definitivamente, que si la Convención lograba colocar los denominados Derechos Sociales más allá de la agenda legislativa y, digamos, los materializaba, o que, por el lado militar, si no cercaban a la rebelde Francia las oprobiosas huestes de los ejércitos mercenarios de las monarquías despóticas de Europa, éstos derechos hubieran comenzado a ser ejercidos plenamente y no hubiera necesitado la raza humana de otras revoluciones, otro habría sido el devenir de la historia, porque por alguna razón siempre se alude a los estornudos de Francia como síntoma de la enfermedad de la vieja, infame e insolidaria Europa.

                               Combate de Trafalgar, por Hunt

Pero, el señor Bonaparte para la enésima disputa con su histórico enemigo al otro lado del Canal de la Mancha, esta vez tenía como aliado a España. Así que lo que estaba en los planes del pequeño corso era que una sumatoria de fuerzas navales, la escuadra del almirante Villeneuve, y los buques de la España borbónica, con sus almirantes Gravina y Churruca, de más andares y experiencia que el francés, podían poner fin a la supremacía británica, sin necesidad de bloqueos marítimos que perjudicasen a todos los involucrados, y someter por fin a los irreductibles británicos para reinar sobre Europa y la isla. Más, recordemos que así como Francia era la potencia terrestre de aquella época, Gran Bretaña era la potencia marítima, y de lejos. Los esfuerzos aliados no alcanzaron, Trafalgar fue un desastre para Napoléon, Villeneuve se suicidó poco después el enterarse que no contaba con el apoyo del emperador y Gran Bretaña, perdió a su gran Horatio Nelson, hecho que no impidió que se llevaran, como los piratas que siempre han sido, un gran botín. Hasta el gran Benito Pérez Galdós en sus “Episodios nacionales” condenó la virada de las naves de Villeneuve, como causa de la derrota naval de Napoleón. Lo que nos interesa a todos es definir si los esfuerzos franceses ayudaron a los americanos, que ya estaban ebrios de liberalismo, a preparar de sus siete Juntas de gobierno, escalones previos para sus independencias; si fue nuestro Túpac Amaru II el que mejor concibió la idea de independencia y emprendió la batalla en 1780 para arrebatarla y que tal vez por ser indio no deba ser reconocido; o si como dicen ciertos historiadores chilenos, que creen no deberle nada a nadie, que lo que posibilitó la independencia de América fue la catástrofe naval de Trafalgar que fue un desastre solo comparable al de la Armada Invencible, reducida por fenómenos metereológicos, y que dejó a su armada sin capacidad operativa.

           Proclamación de La Pepa, la Constitución liberal de Cádiz de 1812

Napoleón después de este fracaso se volvió contra su aliado y so pretexto de emprender una expedición contra Portugal, que también necesitaba ser castigado por participar en uno de los tantos cercos a Francia, invadió su territorio y depuso al rey francés. Los españoles formaron juntas de gobierno para reclutar soldados para su guerra de independencia. En las colonias de América también fueron tiempos de juntismo, pero muchas de esas juntas devinieron en gobiernos autónomos que estimaron necesario cambiar el statu quo, ante la ausencia de autoridad y de poder militar español, con las guerras de independencia, cuyo objetivo más grande y codiciado fue derrotar a los españoles que estaban parapetados en el Virreynato del Perú, los que, de vez en cuando, lanzaban operaciones punitivas exitosas. Los españoles liberales, conscientes de estos hechos también trasladaron sus Cortes a Cádiz, paradójicamente antigua y muy plaza de comercio de esclavos, tratando de ilusionar a los criollos americanos con una Constitución, que entre algunas perlas prometía la igualdad jurídica entre españoles continentales y peninsulares, muchas libertades, elecciones para autoridades municipales, etc. Fernando VII el absolutista, cuando por fin se restauraron los Borbones, fue obligado a juramentar la Constitución de Cádiz que era de raigambre liberal.


El objetivo de este escrito es necesariamente proponer un lugar y un tiempo para volverse otra vez patriotas y tener que mencionar los paraísos en la tierra en los que vivimos o aquellos edenes que serán automáticamente generados por las declaraciones de derechos que ya tenemos y que, ni nos habíamos percatado que teníamos. Y es que, ¿hasta la Capitulación de Ayacucho fue una farsa? Nuevas noticias nos indican que los militares realistas, muchos de ellos nacidos en estas tierras, conservaron sus grados y pertenencias, y convirtieron en imposible la gobernanza de los primeros años de la República, abrumando al novísimo país con guerras civiles. ¿Necesitamos alabar las banderías y las banderas que se recombinaron para construir esta triste realidad?. A Heduardo nada le impide burlarse de los patrioteros de siempre colocando en labios de San Martín: “Vamos Vizcarra, tienes un año para arreglar lo que desarreglaron durante 200 años”. En mi humilde opinión un estadista, por lo menos uno que aspira a serlo desde el encargo de presidente de la República, ya hubiera sujetado los desbocados intereses privados con un par de decretos y dispuesto otros tantos cambios virando el timón y desechando el piloto automático, destronando a las mafias del ministerio de Economía y del BCR, cuando pudo hacerlo y no lo hizo, teniendo a la pandilla de hienas y buitres identificada, enmarrocada e inmovilizada. Pero no, no hizo nada para pasar a la Historia. El incidente de la disolución del Congreso será olvidado y en las próximas elecciones generales las víctimas de toda la vida elegirán a sus verdugos de siempre.


lunes, 22 de junio de 2020

De monumentos, estatuas, asesinos, víctimas y verdaderas conmemoraciones.




I

Estatua es una obra o pieza escultórica que imita una efigie humana, de pie, sentada o a caballo - en este último caso se llama ecuestre – y casi siempre las estatuas son conmemorativas, digo esto porque en cuánto a los moais de la Isla de Pascua no estoy seguro de que rindan homenaje a algo o a alguien en particular. Lo que si sé es que los gobiernos nacionales o locales para perpetuar ciertas hazañas o virtudes de algunos de sus ilustres miembros, han solicitado bustos y estatuas, a sus mejores artistas o los han confiado a talentos en el extranjero y, por ésta razón, las ciudades terminaron repletas de estatuas, que pillastres, tan abundantes en la burocracia de este país, compraban a precio de remate en depósitos de ayuntamientos que prescindieron de esos encargos tan onerosos por diversas razones. Una – se me ocurre - tal vez sea porque descubrieron la inutilidad e impertinencia de colocar el bulto en determinado espacio público pues o se trataba de un carnicero de alguna guerra desigual o de un redomado traficante de seres humanos, elevado a la condición de Héroe nacional.
Moais en la Isla de Pascua


II

Tal como nos señala Wikipedia: “Las estatuas han sido un elemento constante en muchas culturas y sociedades. Con ellas, imitando modelos reales, se intenta evocar a dioses, personajes, o conceptos como la libertad y la justicia”…. casi siempre, porque desde que el mundo es mundo hemos sido testigos de que no siempre se han logrado plasmar auténticos deseos humanos, deseos que aunque han terminado encarnándose en materiales semejantes a la piedra como mármoles y alabastros, calizas y granitos, metales como el hierro y hasta aleaciones como el bronce, han sido cuestionados siempre en la forma y nunca en el fondo. Podemos colocar o incorporar cualquier monolito a una calle o avenida o parque, si quisiéramos, siempre que sea en un espacio público. Es como depositar en una urna, y no en una caja de galletas - como en la producción nacional Viejos Amigos -, las cenizas de un ser querido y mantener ese recuerdo cerca de uno, en una singular ermita construida en un también singular jardín.
Escena de la producción nacional "Viejos amigos" 


III

Algunas construcciones humanas, verdaderas moles de concreto, vidrio y acero o algunos también ciclópeos monumentos de piedra en el desierto, han tenido parecida finalidad, perpetuar la gloria de un personaje, una idea o un acontecimiento. Diversos acontecimientos le han ganado al olvido porque tenemos, para recordarlos, verdaderos recordatorios de las miserias y egoísmos que los motivaron o de los verdaderos avales morales que los inspiraron. Como aquel cementerio que guarda los restos de la casi totalidad de los componentes del Séptimo de Caballería que fue derrotado y casi aniquilado por una coalición de pueblos originarios en unos lejanos 25 y 26 junio de 1876, en la batalla de Little Big Horn y no en la llamada zona Rayos X. Los faraones egipcios solían perpetuar su memoria, mudándose bien muertos a cómodas cámaras funerarias, con sus criados de confianza, diseñadas ex profesamente en el interior de pirámides y mastabas; y hasta de las derrotas intentamos eternizar ciertos valores de los militares de ayer que los de hoy no tienen, cuando rendimos veneración a los monumentos a Bolognesi, al Brujo de los Andes, a la batalla del Dos de Mayo, etc.
Monumento a Caballo Loco, vencedor en Little Big Horn

IV

No siempre hemos sido testigos de la destrucción de edificios representativos, como aquellas Torres Gemelas que encarnaban la codicia del sistema capitalista mundial, pues allí la mano invisible del mercado mundial ponía los precios de toda la producción de nuestros pobres países. El café, el arroz y hasta los limones, encontrarán su precio de referencia, su precio de mercado, en el lugar físico que ya reemplaza al World Trade Center; entonces, exactamente, así como se reconstruyeron las aldeas que fueron quemadas por el napalm en Vietnam, igualmente esos edificios tuvieron su reemplazo, porque el mundo tiene que seguir funcionando, hecho que Jorge Lavat, en el poema Desiderata, nos advierte siempre que lo escuchamos, muy amablemente, “indudablemente, el universo marcha como debiera”.
Aldea vietnamita arrasada con napalm norteamericano

V

A lo que quería llegar era a que después de certificar que hay un movimiento de repulsa mundial al asesinato de un ciudadano norteamericano, poco o nada sirve a la memoria el hecho de que el sistema haya premiado a algunos de su color, del color del asfixiado, con cargos muy importantes como la Secretaría de Estado o la Consejería de Seguridad Nacional, en tiempos de George Baby Bush, y que entre ambos funcionarios de color hayan impulsado la destrucción de Iraq y del Medio Oriente, mintiéndole a la ONU respecto de la existencia de armas de destrucción masiva, u ordenando el secuestro de ciudadanos para luego ir sembrándolos en cárceles clandestinas regadas por todo el mundo, donde los torturaban, y luego los desaparecían o al final, eran mostrados con monos naranja, muy fujimoristas, en la prisión que tienen en el territorio robado de Guantánamo. O que, entre las tropas que acudieron a Detroit a reprimir los disturbios que ocasionó el asesinato de Martin Luther King o aquellas que, entusiastamente, salieron a pisotear países y pueblos como Panamá en 1989, había ciudadanos del color de George Floyd. Agreguemos que, la mayoría de los votantes del Partido Demócrata son ciudadanos de color y que al apoyar a este partido, que solamente se distingue del Partido Republicano por su política interna, también apoyan invasiones, masacres, bloqueos económicos que asfixian pueblos, y hasta políticas de represión y hambre que no cesan de aplicar a los haitianos, por ejemplo, que son el pueblo más desamparado de América.
Estatua de Colón, derribada en Minneapolis

VI

Creo que en El Periódico catalán, leí una nota que refería una especie de fiebre episódica en las muchedumbres actuales que les impulsaba a derribar estatuas de personajes, que nos parecían insignes y hasta patriotas, por ser culpables de racismo o la ejecución de una carnicería en nombre de políticas racistas y coloniales, lo uno va con lo otro. ¿Sería desproporcionado solicitar que las estatuas de D´Annunzio sean desmontadas de sus pedestales por su participación en la fundación y gobierno del Fiume, hechos que luego inspirarían al Duce? Definitivamente, sí. Pero, hay hechos que, sin lugar a dudas, merecen reprobación eterna y sus autores no deben estar registrados ni en notas necrológicas y menos figurar en los libros de historia. De ninguna historia. Las credenciales del monje guerrero Fray Andrés de Urdaneta, quien fuera lugarteniente del sanguinario alto y rubio conquistador Pedro de Alvarado, han sido suficientes para que se le envíe al alcalde de la localidad vasca de Ordizia una petición que va en ese sentido. Retirar la estatua de un cura que aparece como un misionero desarmado con dos nativos emplumados, en el conjunto escultórico, situado en la Rotonda del Ayuntamiento de la ciudad donde es hijo predilecto, sería un acto de justicia. Ni el Tornaviaje, de Filipinas a España, ni los descubrimientos de nuevas tierras pesan más que las calamidades que causó a los indígenas. Más aún, cuando en el País Vasco ejecutan muy bien la Ley de Memoria Histórica, según aluden los autores de la epístola, y porque Urdaneta y otros carniceros debieron tener perfectas noticias de las Leyes de Burgos sancionadas el 27 de diciembre de 1512, que surgieron por la preocupación de la Corona por el trato a los indígenas, que fue denunciado por los padres dominicos. Fray Antonio de Montesinos pronunció un poderoso sermón el cuarto domingo de Adviento de 1511, en la isla de Santo Domingo, uno de los epicentros de las masacres de indígenas iniciadas por Colón, otro con estatuas derribadas, pronunciándose sobre si era ética la conquista en esos términos oprobiosos, pues la condición humana que también era un atributo indígena iba de la mano con su libertad. Urdaneta era agustino, De las Casas y Montesinos eran dominicos.
Monumento a Urdaneta en Ordizia, País Vasco

Epílogo

En realidad, también quería mencionar a Domigo Choc Che, indígena maya asesinado el pasado 6 de junio en la comunidad de San Luis, departamento del Petén, en Guatemala. Choc Che tenía un “conocimiento profundo de las plantas, de las oraciones que hacía, una formación que traía desde su infancia, de sus abuelos maternos y que fue cultivando hasta convertirse en un experimentado”, explica el también guía espiritual Rolando Quib. Y es que el abuelo Domingo, como también se le conocía, también formaba parte de investigaciones científicas sobre medicina maya, que en colaboración con universidades europeas, buscaban la creación de literatura médica sobre el ancestral conocimiento maya de las medicinas naturales, evitando que biopiratas patenten esos ancestrales conocimientos y lucren con eso, tal y como pretenden hacer algún día las clínicas privadas peruanas con la salud de los pobres que se atreven a ingresar por coronavirus o por cualquier emergencia a sus antros de lujo y lucro. Domingo, sabemos enfrentó también un contexto en el que a la pobreza material de los guatemaltecos se le ha unido la pobreza espiritual que la infinidad de iglesias de carácter evangélico y mal llamadas protestantes, importadas de yanquilandia, que pontifican sobre la Teología de la prosperidad, y que lograron convencer a los asesinos de Domingo de que era un brujo y uno muy temible. No interesa si se combinaron los intereses de los biopiratas y los de los evangélicos, o si fue un laboratorio rival de esas universidades europeas el que con su muerte saboteaba otro esfuerzo auténtico de preservar la medicina del pueblo que es para el pueblo. Domingo Choc Che, maestro, guía espiritual y experto en plantas medicinales y saberes ancestrales mayas, ha muerto cobardemente asesinado. Domingo sí merece una estatua.
Pequeño homenaje a Domingo Choc Che