I
Estatua
es una obra o pieza escultórica que imita una efigie humana, de pie,
sentada o a caballo - en este último caso se llama ecuestre – y
casi siempre las estatuas son conmemorativas, digo esto porque en
cuánto a los moais de la Isla de Pascua no estoy seguro de que
rindan homenaje a algo o a alguien en particular. Lo que si sé es
que los gobiernos nacionales o locales para perpetuar ciertas hazañas
o virtudes de algunos de sus ilustres miembros, han solicitado bustos
y estatuas, a sus mejores artistas o los han confiado a talentos en
el extranjero y,
por ésta razón,
las ciudades terminaron repletas de
estatuas, que pillastres, tan abundantes en la burocracia de este
país, compraban a precio de remate en depósitos de ayuntamientos
que prescindieron de esos encargos tan onerosos por diversas razones.
Una
– se me ocurre - tal vez sea porque descubrieron la inutilidad e
impertinencia de colocar el bulto en determinado espacio público
pues o se trataba de un carnicero de alguna guerra desigual o de un
redomado traficante de seres humanos, elevado a la condición de
Héroe nacional.
Moais en la Isla de Pascua |
II
Tal
como nos señala Wikipedia: “Las estatuas han sido un elemento
constante en muchas culturas y sociedades. Con ellas, imitando
modelos reales, se intenta evocar a dioses, personajes, o conceptos
como la libertad y la justicia”…. casi siempre, porque desde que
el mundo es mundo hemos sido testigos de que no siempre se han
logrado plasmar auténticos deseos humanos, deseos que aunque han
terminado encarnándose en materiales semejantes a la piedra como
mármoles y alabastros, calizas y granitos, metales como el hierro y
hasta aleaciones como el bronce, han sido cuestionados siempre en la
forma y
nunca
en el fondo. Podemos colocar o incorporar cualquier monolito a una
calle o avenida o parque, si quisiéramos,
siempre que sea en un espacio público. Es como depositar
en
una urna, y no en una caja de galletas - como en la producción
nacional Viejos Amigos -, las cenizas de un ser querido y mantener
ese recuerdo cerca de uno, en una singular ermita construida en un
también singular jardín.
Escena de la producción nacional "Viejos amigos" |
III
Algunas
construcciones humanas, verdaderas moles de concreto, vidrio y acero
o algunos
también ciclópeos monumentos de piedra en el desierto, han tenido
parecida finalidad, perpetuar la gloria de un personaje, una idea o
un acontecimiento. Diversos acontecimientos le han ganado al olvido
porque tenemos, para recordarlos, verdaderos recordatorios de las
miserias y egoísmos que los motivaron o de los verdaderos avales
morales que los inspiraron. Como
aquel cementerio que guarda los restos de la casi totalidad de los
componentes del Séptimo de Caballería
que fue derrotado y casi aniquilado por una coalición de pueblos
originarios en unos lejanos 25 y 26 junio de 1876, en la batalla de
Little Big Horn y no en la llamada zona Rayos X. Los faraones
egipcios solían perpetuar su memoria, mudándose
bien muertos a cómodas cámaras funerarias, con sus criados de
confianza, diseñadas ex profesamente en el interior de pirámides y
mastabas; y hasta de las derrotas intentamos eternizar ciertos
valores de los militares de ayer que los de hoy no tienen, cuando
rendimos veneración a
los monumentos a Bolognesi, al Brujo de los Andes, a la batalla del
Dos de Mayo, etc.
Monumento a Caballo Loco, vencedor en Little Big Horn |
IV
No
siempre hemos sido testigos de la destrucción de edificios
representativos, como aquellas Torres Gemelas que encarnaban la
codicia del sistema capitalista mundial, pues allí la mano invisible
del mercado mundial ponía los precios de toda la producción de
nuestros pobres países. El café, el arroz y hasta los limones,
encontrarán su precio de referencia, su precio de mercado, en el
lugar físico que ya reemplaza al World Trade Center; entonces,
exactamente,
así como se reconstruyeron las aldeas que fueron quemadas por el
napalm en Vietnam, igualmente esos edificios tuvieron
su reemplazo, porque
el mundo tiene que seguir funcionando, hecho que Jorge Lavat, en el
poema Desiderata, nos advierte siempre que lo escuchamos, muy
amablemente, “indudablemente, el universo marcha como debiera”.
Aldea vietnamita arrasada con napalm norteamericano |
V
A
lo que quería llegar era a que después de certificar que hay un
movimiento de repulsa mundial al asesinato de un ciudadano
norteamericano, poco o nada sirve a la memoria el hecho de que el
sistema haya premiado a algunos de su color, del color del asfixiado,
con cargos muy importantes como la Secretaría de Estado o la
Consejería de Seguridad Nacional, en tiempos de George Baby Bush, y
que entre ambos funcionarios de color hayan impulsado la destrucción
de Iraq y del Medio Oriente, mintiéndole a la ONU respecto de la
existencia de armas de destrucción masiva, u ordenando el secuestro
de ciudadanos para luego ir sembrándolos en cárceles clandestinas
regadas por todo el mundo, donde los torturaban, y luego los
desaparecían o al final, eran mostrados con monos naranja, muy
fujimoristas, en la prisión que tienen en el territorio robado de
Guantánamo. O que, entre las tropas que acudieron a Detroit a
reprimir los disturbios que ocasionó el asesinato de Martin Luther
King o aquellas que, entusiastamente, salieron a pisotear países y
pueblos como Panamá en 1989, había ciudadanos del color de George
Floyd. Agreguemos que, la mayoría de los votantes del Partido
Demócrata son ciudadanos de color y que al apoyar a este partido,
que solamente se distingue del Partido Republicano por su política
interna, también apoyan invasiones, masacres, bloqueos económicos
que asfixian pueblos, y hasta políticas de represión y hambre que
no cesan de aplicar a los haitianos, por ejemplo, que son el pueblo
más desamparado de América.
Estatua de Colón, derribada en Minneapolis |
VI
Creo
que en El Periódico catalán, leí una nota que refería una especie
de fiebre episódica en las muchedumbres actuales que les impulsaba a
derribar estatuas de personajes, que nos parecían insignes y hasta
patriotas, por ser culpables de racismo o la ejecución de una
carnicería en nombre de políticas racistas y coloniales, lo uno va
con lo otro. ¿Sería desproporcionado solicitar que las estatuas de
D´Annunzio sean desmontadas de sus pedestales por su participación
en la fundación y gobierno del Fiume, hechos que luego inspirarían
al Duce? Definitivamente, sí. Pero, hay hechos que, sin lugar a
dudas, merecen reprobación eterna y sus autores no deben estar
registrados ni en notas necrológicas y menos figurar en los libros
de historia. De ninguna historia. Las credenciales del monje guerrero
Fray Andrés de Urdaneta, quien fuera lugarteniente del sanguinario
alto y rubio conquistador Pedro de Alvarado, han sido suficientes
para que se le envíe al alcalde de la localidad vasca de Ordizia una
petición que va en ese sentido. Retirar la estatua de un cura que
aparece como un misionero desarmado con dos nativos emplumados, en el
conjunto escultórico, situado en la Rotonda del Ayuntamiento de la
ciudad donde es hijo predilecto, sería un acto de justicia. Ni el
Tornaviaje, de Filipinas a España, ni los descubrimientos de nuevas
tierras pesan más que las calamidades que causó a los indígenas.
Más aún, cuando en el País Vasco ejecutan muy bien la Ley de
Memoria Histórica, según aluden los autores de la epístola, y
porque Urdaneta y otros carniceros debieron tener perfectas noticias
de las Leyes de Burgos sancionadas
el 27
de diciembre de 1512,
que surgieron por la preocupación de la Corona por el trato a los
indígenas, que fue denunciado por los padres dominicos. Fray Antonio
de Montesinos pronunció un poderoso sermón el cuarto domingo de
Adviento de 1511, en la isla de Santo Domingo, uno de los epicentros
de las masacres de indígenas iniciadas por Colón, otro con estatuas
derribadas, pronunciándose sobre si era ética la conquista en esos
términos oprobiosos, pues la condición humana que también era un
atributo indígena iba de la mano con su libertad. Urdaneta era
agustino, De las Casas y Montesinos eran dominicos.
Monumento a Urdaneta en Ordizia, País Vasco |
Epílogo
En
realidad, también quería mencionar a Domigo Choc Che, indígena
maya asesinado el pasado 6 de junio en la
comunidad de San Luis, departamento del Petén, en Guatemala.
Choc Che tenía un “conocimiento profundo de las plantas, de las
oraciones que hacía, una formación que traía desde su infancia, de
sus abuelos maternos y que fue cultivando hasta convertirse en un
experimentado”, explica el también guía espiritual Rolando Quib.
Y es que el abuelo Domingo, como también se le conocía, también
formaba parte de investigaciones científicas sobre medicina maya,
que en colaboración con universidades europeas, buscaban la creación
de literatura médica sobre el ancestral conocimiento maya de las
medicinas naturales, evitando que biopiratas patenten esos
ancestrales conocimientos y lucren con eso, tal y como pretenden
hacer algún día las clínicas privadas peruanas con la salud de los
pobres que se atreven a ingresar por coronavirus o por cualquier
emergencia a sus antros de lujo y lucro. Domingo, sabemos enfrentó
también un contexto en el que a la pobreza material de los
guatemaltecos se le ha unido la pobreza espiritual que la infinidad
de iglesias de carácter evangélico y mal llamadas protestantes,
importadas de yanquilandia, que pontifican sobre la Teología de la
prosperidad, y que lograron convencer a los asesinos de Domingo de
que era un brujo y uno muy temible. No interesa si se combinaron los
intereses de los biopiratas y los de los evangélicos, o si fue un
laboratorio rival de esas universidades europeas el que con su muerte
saboteaba otro esfuerzo auténtico de preservar la medicina del
pueblo que es para el pueblo. Domingo Choc Che, maestro, guía
espiritual y experto en plantas medicinales y saberes ancestrales
mayas, ha muerto cobardemente asesinado. Domingo sí merece una
estatua.
Pequeño homenaje a Domingo Choc Che |