martes, 9 de junio de 2020

Los trabajadores, de los tiempos del cólera a los del coronavirus

Manifestación en Trafalgar Square



I

Contaba Eduardo Galeano, mejor diríamos leía, en una Conferencia de Ciencias Sociales auspiciada por CLACSO y la UNESCO, en la Ciudad de México, en noviembre del 2012, unos textos en los que hacía referencia a los derechos laborales. Pero no lo hacía desde el frío e imparcial punto de vista del historiador, ni tampoco del jurista prestigiado en códigos laborales y ni aún, como el entusiasta defensor de los derechos de los de abajo, que siempre fue. Lo hacía desde una óptica distinta, preguntando y preguntándose “¿los derechos de los trabajadores son ahora un tema para arqueólogos? ¿Sólo para arqueólogos? ¿Una memoria perdida de tiempos idos?”, pues lo que hacía era cuestionar por qué, en el presente, conquistas del proletariado que habían sido obtenidas con muchos esfuerzos, sacrificios y mártires de Chicago incluidos, no habían servido de mucho porque gobiernos y empresarios habían simplemente destrozado, o “despedazado”, según él, dos siglos de conquistas de derechos por parte de los obreros.
 
"Un soir de greve" por Laermans

II

Pues bien, uno de los textos que leyó se llamaba “Una enfermedad llamada trabajo” en la que empieza recordando al célebre médico italiano Bernardo Ramazzini, nacido en Capua (Italia) el 4 de octubre de 1633. Ramazzini, padre de la Medicina Ocupacional, que después de egresar de la Universidad de Módena en Italia, se centró en las enfermedades del trabajador, visitando los lugares de trabajo, observando las actividades o modus operandi del trabajador y discutiendo in situ sus enfermedades. Es así que, en su libro "De Morbis Artificum Diatriba", ofrece un examen minucioso de la etiología - además de los virus y bacterias que son los factores más comunes - de las afecciones propias de los distintos oficios que existían antes de la Revolución Industrial en la sociedad estamental del Antiguo Régimen, y, por ejemplo, escribió: "He notado a panaderos con las manos hinchadas y dolorosas, de hecho, las manos de todos estos trabajadores se espesan mucho por la presión constante de amasar la pasta”. Y aprovechaba Galeano para recordarle al auditorio que este médico rarísimo para su época comenzaba preguntando “¿En qué trabaja usted?”
Ramazzini, prosiguió leyendo Galeano, en su libro considerado como el primer Tratado de Medicina del Trabajo, “describió – una por una – las enfermedades frecuentes en más de cincuenta oficios. Y comprobó que había pocas esperanzas de curación para los obreros que comían hambre, sin sol y sin descanso, en talleres cerrados, irrespirables y mugrientos.”

Manifestación del 1° de Mayo de 1920 en París, reprimida

III

Otro singular médico, discípulo de aquel célebre italiano, fue el inglés Percivall Pott, quien, en tiempos de la Revolución Industrial, se preocupó por la suerte de los obreros pobres. Pero, no está demás decir que las condiciones laborales de los obreros textiles, por ejemplo, eran en aquellos tiempos, materialmente precarias y de indefensión ante la voluntad del dueño de la fábrica. Esta situación se explica por la carencia de organizaciones sindicales y la desprotección estatal en el ámbito laboral, además de que el trabajo de los niños era común entre las familias campesinas y artesanas. En las primeras décadas de la revolución industrial, una gran cantidad de niños y niñas trabajaron en las fábricas y en las minas de carbón. Pero, no solo trabajaron en las fábricas, donde nacían y morían literalmente sin ver el sol, sino en otros oficios más terribles e indignos.
Había un grupo de niños que especialmente interesaron a Sir Percivall Pott. Eran los niños deshollinadores. Esos niños, delgados y larguiruchos, que descendían por la boca de cualquier chimenea doméstica o industrial, tenían el trabajo de limpiarla por dentro y dejarla sin hollín. Termina Galeano el relato: “Y entre otros hallazgos, Pott descubrió por qué era tan breve la vida de los niños deshollinadores. Los niños se deslizaban desnudos por las chimeneas, de casa en casa, y en su difícil tarea de limpieza respiraban mucho hollín. El hollín era su verdugo.”

Manifestación de trabajadores en Francia.

IV

Galeano otra vez al ataque. Esta vez, precisándonos el número de convenios de la OIT que se han firmado desde 1919 hasta 2012. Esta oficina especializada de la ONU para el Trabajo, es una organización que promueve la justicia social y el respeto a los derechos básicos, derechos de segunda generación, condiciones que surgen precisamente de la relación empleador-obrero y que debe proteger el Estado, quien debe ponerse siempre del lado más débil, del lado del trabajador. También es un foro donde pueden discutirse alturadamente las nuevas relaciones que pueden surgir entre empresarios, dueños de las fábricas, talleres y comercios, y los obreros, dueños de la mano de obra.
La OIT entonces “fabrica” convenios consultando las posiciones que tienen los componentes de sus asambleas tripartitas. Es decir, reuniendo a delegados del Estado, de las empresas y de los trabajadores. Desde 1919 han sido rubricados 183 convenios internacionales que regulan otras tantas relaciones de trabajo en el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo, de esos 183 acuerdos Francia ratificó 115, Noruega 106, Alemania, al igual que nuestro país, 76 y los Estados Unidos 14. Eso explica, más o menos, porque se debe presumir que los trabajadores de EEUU están más desprotegidos que cualquier otro. Galeano lo explica muy meridianamente, cuando nos asegura que de los 900 mil trabajadores de Walmart, agregando también a los trabajadores de McDonalds, que son otros 900 mil, ninguno de ellos tiene derecho a sindicalizarse. ¿Entonces, quién defiende sus derechos?

Huelga estudiantil en España.

V
Los derechos humanos, y los laborales también, tienen una historia tan extensa como la de la civilización humana. Se tiene noticias de que la primera huelga de la historia se produjo en el antiguo Egipto. El visir, representante del faraón, y también encargado de la paga a los artesanos y trabajadores de Ramsés II, que laboraban en Deir el Medina, demoró más de 20 días en hacer efectiva esta contraprestación por el trabajo realizado por estos obreros. Esta huelga ocurrió en el año 1166 antes de nuestra era. Y digamos que, así ocurrió, que así se consiguieron derechos, pues poco a poco los trabajadores organizados, comenzaron a obtener satisfacciones y la curva ascendió más o menos hasta los años 50 y 60 del siglo pasado. Cuando estuvo vigente el Estado de Bienestar, un conjunto de condiciones que fueron pactadas por los dueños de los medios de producción y los partidos socialdemócratas, evidentemente a favor de proletariado.
Uno de los momentos más relevantes de esta singular historia ocurrió cuando los obreros de las fábricas del mundo occidental se percataron de que estaban trabajando en condiciones inhumanas de 12 a 14 horas diarias y comenzaron a tomar fábricas, a organizar manifestaciones y huelgas multitudinarias, hasta que “arrancaron” a los patronos y al Estado, la regulación de la Jornada de 8 horas. En el Perú, el gobierno de José Pardo reconoció este importantísimo derecho en 1919.

Huelga en Japón

VI
Mencionaba en otra entrada de este blog, cierta curva que recién nos indican que está descendiendo. De la pandemia podremos librarnos cuando baje la curva de infectados hasta el piso, digamos, y haya cero contagios e inclusive cero muertos. También en la curva histórica de los derechos humanos, de no tener derechos han transcurrido siglos de luchas y sufrimientos hasta tenerlos casi todos, y la curva ha sido ascendente, créanme, y como no hay nada perfecto, inclusive la historia de los derechos, no me resulta halagüeño reconocerlo, en la actualidad, hay un camino de bajada, muy de pendiente, porque los trabajadores están perdiendo cada vez más y más derechos.
La jornada de trabajo ya no es de ocho horas, luego tampoco a la semana se trabaja 48 horas. Alguna vez los franceses tuvieron una semana laboral de 35 horas, durante cerca de 10 años. No ocurría ni en las mejores utopías, Galeano dixit, porque vino el neoliberal Sarkozy y se acabó el sueño.
Algunos legisladores fujimoristas parapetados en la fuerza de su mayoría comprada y su músculo militar, en 1993, establecieron en una infame ley que el empleador podía unilateralmente modificar el horario de trabajo, si esta acción se justificaba con los resultados económicos que preveía para “su” empresa.
Alan Fairlie, en el artículo Proyectos de flexibilización laboral y mercado de trabajo regional del 21 de mayo del 2017, sostenía una verdad que con la emergencia sanitaria se ha mostrado palmariamente actual: “En el Perú, aumenta la precariedad del empleo en un contexto de alta informalidad, autoempleo y coexistencia de diferentes modos de producción.”

Manifestación pacífica y fraternal, París, siglo XIX

VII

De lo que se trata, lo que traman gobiernos y empresarios, es de flexibilizar las condiciones o relaciones del trabajador con la empresa.  Desde que el mundo es unipolar, y, por lo menos lo es hasta ahora, y las políticas neoliberales no tiene ningún contrapeso, los Estados y los empleadores han adoptado la idea de que las normas que protegen a los trabajadores son muy rígidas e impiden el desarrollo de mejores condiciones de trabajo, y, por tanto, flexibilizadas, con el pretexto de superar las crisis siempre recurrentes del capitalismo.
Roberto Bisio nos decía hace ocho años: “la flexibilidad laboral ha sido recomendada por economistas neoclásicos, asociaciones empresariales e instituciones financieras internacionales como pieza clave del recetario para salir de las crisis económicas. Tanto en la Europa endeudada como en los países que sufren la crisis endémica del subdesarrollo, la fórmula es la misma. Bajar los salarios, debilitar a los sindicatos y hacer más fácil para un empleador el despido de los trabajadores redundaría, según esta teoría, en la generación de más empleo, ya que los inversores perderían el temor a contratos de trabajo “rígidos”, etc., etc., etc.” Funciona, por supuesto, pero solo de un lado. Y para los de abajo, cada vez más hambre y menos empleos decentes.
 
Huelga en el Perú de 1901
Epílogo


¿Sirvió de algo que se inventaran las máquinas? ¿Sirvió que existiera la ilusión de que tendríamos más tiempo para el ocio productivo, para poder cultivarnos? Este artículo nos cuenta sucesos que vienen desde la época de la instalación de las primeras máquinas textiles en Londres o Manchester, años en los que se produjo el abandono del campo a favor de la ciudad que se industrializaba. También fueron años del cólera, el hacinamiento y la pobreza pasaron una gran factura a los pobres habitantes de las ciudades industrializadas británicas. El cólera fue una gran peste en esa época.
Ahora tenemos “mobbing” o “acoso laboral”, “services” o empresas tercerizadoras en limpieza y seguridad, empresas de reparto a domicilio o “delivery” que prosperan por la necesidad de miles de jóvenes desempleados, etc. Una grandísima cantidad de desempleados, subempleados y otro tanto de informales, nunca tendrán un trabajo decente. En esta época solo accederán, si se descuidan, a la aparentemente muy democrática covid-19. Y también al hambre. Y esto, que nuestros gobernantes siempre han aplicado muy obedientemente las recetas neoliberales.

3 comentarios:

  1. Yhanara Julieth Espinoza Tarrillo 3ero B:
    Se puede ver la diferencia de las epocas, la enfermedad y como todo a cambiado por ello porque actualmente la situación esta difícil y antiguamente tampoco era sencillo vivir y menos si había una enfermedad.

    ResponderEliminar
  2. Acerca del tema mi opinión es la siguiente:
    En primer lugar reconocer que tanto en aquellas épocas como en la nuestra no ha sido fácil lidiar con el desempleo o la explotación, sin embargo hemos venido luchando para que esto mejore, por eso las huelgas, las protestas realizadas, etc. Pero no olvidemos que aun así no siempre son respetados los derechos laborales y aun tenemos muchos problemas de desempleo, por ello a empezado a formarse altas cantidades de empleos informales que al igual que en esos años como en nuestra realidad no son beneficiosas para alguna crisis, y todos nos damos cuenta de ello por la emergencia sanitaria que estamos atravesando. En conclusión el tema laboral siempre saldrá a flote como tema de conversación, porque abarca varios aspectos sociales como los derechos, la salud, política y por obvias razones la economía también esta incluida a esta lista.

    Alumna: MENDOZA GALLARDO, MARÍA KRYSTAL 3B

    ResponderEliminar
  3. En ese tiempo habrá sido más difícil vivir con la enfermedad, ya que no tenían mucha información acerca de ello, pero actualmente, nosotros sabiendo que ahora tenemos que vivir junto con el Covid-19 y teniendo tanta información no hacemos caso a las leyes que nos dan.
    Alumna: Marcas Chipana, Rubí
    Grado y sección: 3C

    ResponderEliminar