Manifestación en Trafalgar Square |
I
Contaba Eduardo Galeano, mejor diríamos leía,
en una Conferencia de Ciencias Sociales auspiciada por CLACSO y la UNESCO, en
la Ciudad de México, en noviembre del 2012, unos textos en los que hacía
referencia a los derechos laborales. Pero no lo hacía desde el frío e imparcial
punto de vista del historiador, ni tampoco del jurista prestigiado en códigos
laborales y ni aún, como el entusiasta defensor de los derechos de los de
abajo, que siempre fue. Lo hacía desde una óptica distinta, preguntando y
preguntándose “¿los derechos de los trabajadores son ahora un tema para
arqueólogos? ¿Sólo para arqueólogos? ¿Una memoria perdida de tiempos idos?”,
pues lo que hacía era cuestionar por qué, en el presente, conquistas del
proletariado que
habían sido obtenidas con muchos esfuerzos, sacrificios y mártires de Chicago
incluidos, no habían servido de mucho porque gobiernos y empresarios habían
simplemente destrozado, o “despedazado”, según él, dos siglos de conquistas de
derechos por parte de los obreros.
II
Pues bien, uno de los textos
que leyó se llamaba “Una enfermedad llamada trabajo” en la que empieza
recordando al célebre médico italiano Bernardo Ramazzini, nacido en Capua
(Italia) el 4 de octubre de 1633. Ramazzini,
padre de la Medicina Ocupacional, que después de egresar de la Universidad de
Módena en Italia, se centró en las enfermedades del trabajador, visitando los
lugares de trabajo, observando las actividades o modus operandi del
trabajador y discutiendo in situ sus enfermedades. Es así que, en su
libro "De Morbis Artificum Diatriba", ofrece un examen minucioso de la etiología - además de
los virus y bacterias que son los factores más comunes - de las afecciones
propias de los distintos oficios que existían antes de la Revolución Industrial en la
sociedad estamental del Antiguo Régimen, y, por ejemplo, escribió: "He notado a
panaderos con las manos hinchadas y dolorosas, de hecho, las manos de todos
estos trabajadores se espesan mucho por la presión constante de amasar la
pasta”. Y aprovechaba Galeano para recordarle al auditorio que este médico
rarísimo para su época comenzaba preguntando “¿En qué trabaja usted?”
Ramazzini, prosiguió leyendo
Galeano, en su libro considerado como el primer Tratado de Medicina del
Trabajo, “describió – una por una – las enfermedades frecuentes en más de cincuenta
oficios. Y comprobó que había pocas esperanzas de curación para los obreros que
comían hambre, sin sol y sin descanso, en talleres cerrados, irrespirables y
mugrientos.”
Manifestación del 1° de Mayo de 1920 en París, reprimida |
III
Otro singular médico,
discípulo de aquel célebre italiano, fue el inglés Percivall Pott, quien, en
tiempos de la Revolución Industrial, se preocupó por la suerte de los obreros
pobres. Pero, no está demás decir que las condiciones laborales de los obreros textiles,
por ejemplo, eran en
aquellos tiempos, materialmente precarias y de indefensión ante la voluntad del
dueño de la fábrica. Esta situación se explica por la carencia de
organizaciones sindicales y la desprotección estatal en el ámbito laboral, además de que el trabajo de los niños
era común entre las familias campesinas y artesanas. En las
primeras décadas de la revolución
industrial, una gran cantidad de niños y niñas trabajaron en las fábricas y en las minas de
carbón. Pero, no solo trabajaron en las fábricas, donde nacían y morían
literalmente sin ver el sol, sino en otros oficios más terribles e indignos.
Había
un grupo de niños que especialmente interesaron a Sir Percivall Pott. Eran los
niños deshollinadores. Esos niños, delgados y larguiruchos, que descendían por
la boca de cualquier chimenea doméstica o industrial, tenían el trabajo de
limpiarla por dentro y dejarla sin hollín. Termina Galeano el relato: “Y entre otros
hallazgos, Pott descubrió por qué era tan breve la vida de los niños
deshollinadores. Los niños se deslizaban desnudos por las chimeneas, de casa en
casa, y en su difícil tarea de limpieza respiraban mucho hollín. El hollín era
su verdugo.”
Manifestación de trabajadores en Francia. |
IV
Galeano otra vez
al ataque. Esta vez, precisándonos el número de convenios de la OIT que se han
firmado desde 1919 hasta 2012. Esta oficina especializada de la ONU para el
Trabajo, es una organización que promueve la justicia social y el respeto a los
derechos básicos, derechos de segunda generación, condiciones que surgen
precisamente de la relación empleador-obrero y que debe proteger el Estado,
quien debe ponerse siempre del lado más débil, del lado del trabajador. También
es un foro donde pueden discutirse alturadamente las nuevas relaciones que
pueden surgir entre empresarios, dueños de las fábricas, talleres y comercios,
y los obreros, dueños de la mano de obra.
La OIT entonces
“fabrica” convenios consultando las posiciones que tienen los componentes de
sus asambleas tripartitas. Es decir, reuniendo a delegados del Estado, de las
empresas y de los trabajadores. Desde 1919 han sido rubricados 183 convenios
internacionales que regulan otras tantas relaciones de trabajo en el mundo.
Según la Organización Internacional del Trabajo, de esos 183 acuerdos Francia
ratificó 115, Noruega 106, Alemania, al igual que nuestro país, 76 y los Estados
Unidos 14. Eso explica, más o menos,
porque se debe presumir que los trabajadores de EEUU están más desprotegidos
que cualquier otro. Galeano lo explica muy meridianamente, cuando nos asegura
que de los 900 mil trabajadores de Walmart, agregando también a los
trabajadores de McDonalds, que son otros 900 mil, ninguno de ellos tiene
derecho a sindicalizarse. ¿Entonces, quién defiende sus derechos?
Huelga estudiantil en España. |
V
Los derechos
humanos, y los laborales también, tienen una historia tan extensa como la de la
civilización humana. Se tiene noticias de que la primera huelga de la historia
se produjo en el antiguo Egipto. El visir, representante del faraón, y también
encargado de la paga a los artesanos y trabajadores de Ramsés II, que laboraban
en Deir el Medina, demoró más de 20 días en hacer efectiva esta
contraprestación por el trabajo realizado por estos obreros. Esta huelga
ocurrió en el año 1166 antes de nuestra era. Y digamos que, así ocurrió, que
así se consiguieron derechos, pues poco a poco los trabajadores organizados,
comenzaron a obtener satisfacciones y la curva ascendió más o menos hasta los
años 50 y 60 del siglo pasado. Cuando estuvo vigente el Estado de Bienestar, un
conjunto de condiciones que fueron pactadas por los dueños de los medios de
producción y los partidos socialdemócratas, evidentemente a favor de
proletariado.
Uno de los momentos más relevantes de esta singular historia ocurrió
cuando los obreros de las fábricas del mundo occidental se percataron de que
estaban trabajando en condiciones inhumanas de 12 a 14 horas diarias y
comenzaron a tomar fábricas, a organizar manifestaciones y huelgas
multitudinarias, hasta que “arrancaron” a los patronos y al Estado, la
regulación de la Jornada de 8 horas. En el Perú, el gobierno de José Pardo
reconoció este importantísimo derecho en 1919.
Huelga en Japón |
VI
Mencionaba en otra
entrada de este blog, cierta curva que recién nos indican que está
descendiendo. De la pandemia podremos librarnos cuando baje la curva de
infectados hasta el piso, digamos, y haya cero contagios e inclusive cero
muertos. También en la curva histórica de los derechos humanos, de no tener
derechos han transcurrido siglos de luchas y sufrimientos hasta tenerlos casi
todos, y la curva ha sido ascendente, créanme, y como no hay nada perfecto,
inclusive la historia de los derechos, no me resulta halagüeño reconocerlo, en
la actualidad, hay un camino de bajada, muy de pendiente, porque los
trabajadores están perdiendo cada vez más y más derechos.
La jornada de
trabajo ya no es de ocho horas, luego tampoco a la semana se trabaja 48 horas.
Alguna vez los franceses tuvieron una semana laboral de 35 horas, durante cerca
de 10 años. No ocurría ni en las mejores utopías, Galeano dixit, porque vino el
neoliberal Sarkozy y se acabó el sueño.
Algunos
legisladores fujimoristas parapetados en la fuerza de su mayoría comprada y su
músculo militar, en 1993, establecieron en una infame ley que el empleador
podía unilateralmente modificar el horario de trabajo, si esta acción se
justificaba con los resultados económicos que preveía para “su” empresa.
Alan Fairlie, en el
artículo Proyectos de flexibilización
laboral y mercado de trabajo regional del 21 de mayo del 2017,
sostenía una verdad que con la emergencia sanitaria se ha mostrado
palmariamente actual: “En el Perú, aumenta la precariedad del empleo en un contexto de alta informalidad, autoempleo y coexistencia de diferentes modos de
producción.”
Manifestación pacífica y fraternal, París, siglo XIX |
VII
De lo que se trata, lo
que traman gobiernos y empresarios, es de flexibilizar las condiciones o
relaciones del trabajador con la empresa.
Desde que el mundo es unipolar, y, por lo menos lo es hasta ahora, y las
políticas neoliberales no tiene ningún contrapeso, los Estados y los
empleadores han adoptado la idea de que las normas que protegen a los
trabajadores son muy rígidas e impiden el desarrollo de mejores condiciones de
trabajo, y, por tanto, flexibilizadas, con el pretexto de superar las crisis
siempre recurrentes del capitalismo.
Roberto Bisio nos decía hace ocho
años: “la flexibilidad laboral ha sido recomendada por economistas neoclásicos,
asociaciones empresariales e instituciones financieras internacionales como
pieza clave del recetario para salir de las crisis económicas. Tanto en la
Europa endeudada como en los países que sufren la crisis endémica del
subdesarrollo, la fórmula es la misma. Bajar los salarios, debilitar a los
sindicatos y hacer más fácil para un empleador el despido de los trabajadores
redundaría, según esta teoría, en la generación de más empleo, ya que los
inversores perderían el temor a contratos de trabajo “rígidos”, etc., etc.,
etc.” Funciona, por supuesto, pero solo de un lado. Y para los de abajo, cada
vez más hambre y menos empleos decentes.
Epílogo
¿Sirvió de algo que se
inventaran las máquinas? ¿Sirvió que existiera la ilusión de que tendríamos más
tiempo para el ocio productivo, para poder cultivarnos? Este artículo nos
cuenta sucesos que vienen desde la época de la instalación de las primeras
máquinas textiles en Londres o Manchester, años en los que se produjo el
abandono del campo a favor de la ciudad que se industrializaba. También fueron años
del cólera, el hacinamiento y la pobreza pasaron una gran factura a los pobres
habitantes de las ciudades industrializadas británicas. El cólera fue una gran
peste en esa época.
Ahora tenemos “mobbing” o “acoso laboral”, “services”
o empresas tercerizadoras en limpieza y seguridad, empresas de reparto a
domicilio o “delivery” que prosperan por la necesidad de miles de jóvenes
desempleados, etc. Una grandísima cantidad de desempleados, subempleados y otro
tanto de informales, nunca tendrán un trabajo decente. En esta época solo accederán,
si se descuidan, a la aparentemente muy democrática covid-19. Y también al
hambre. Y esto, que nuestros gobernantes siempre han aplicado muy
obedientemente las recetas neoliberales.
Yhanara Julieth Espinoza Tarrillo 3ero B:
ResponderEliminarSe puede ver la diferencia de las epocas, la enfermedad y como todo a cambiado por ello porque actualmente la situación esta difícil y antiguamente tampoco era sencillo vivir y menos si había una enfermedad.
Acerca del tema mi opinión es la siguiente:
ResponderEliminarEn primer lugar reconocer que tanto en aquellas épocas como en la nuestra no ha sido fácil lidiar con el desempleo o la explotación, sin embargo hemos venido luchando para que esto mejore, por eso las huelgas, las protestas realizadas, etc. Pero no olvidemos que aun así no siempre son respetados los derechos laborales y aun tenemos muchos problemas de desempleo, por ello a empezado a formarse altas cantidades de empleos informales que al igual que en esos años como en nuestra realidad no son beneficiosas para alguna crisis, y todos nos damos cuenta de ello por la emergencia sanitaria que estamos atravesando. En conclusión el tema laboral siempre saldrá a flote como tema de conversación, porque abarca varios aspectos sociales como los derechos, la salud, política y por obvias razones la economía también esta incluida a esta lista.
Alumna: MENDOZA GALLARDO, MARÍA KRYSTAL 3B
En ese tiempo habrá sido más difícil vivir con la enfermedad, ya que no tenían mucha información acerca de ello, pero actualmente, nosotros sabiendo que ahora tenemos que vivir junto con el Covid-19 y teniendo tanta información no hacemos caso a las leyes que nos dan.
ResponderEliminarAlumna: Marcas Chipana, Rubí
Grado y sección: 3C